El famoso cuadro de los fusilamientosnarra uno de los
sucesos ocurridos en Madrid a comienzos del mes de mayo de 1808: tras la
revuelta iniciada el día 2 por el pueblo madrileño contra los invasores
franceses, éstos hicieron numerosos prisioneros, a muchos de los cuales
acabaron fusilando en la noche del 3 de mayo.
Esta es la escena que
describe Goya en la obra: la ejecución de una serie de patriotas
españoles a manos de un pelotón de soldados franceses. La escena transcurre de noche y se ilumina
mediante un foco de luz artificial que emana de un farol situado entre
los dos grupos de personajes. Pero la luz no los enfoca por igual:
ilumina con mayor claridad al grupo de los españoles, mientras deja casi
en la penumbra al de los franceses. Cada grupo está descrito de una
forma bien diferente. Los soldados franceses, cuya formación se presenta
en diagonal, dan la espalda al espectador, de forma que no podemos ver
el rostro de los personajes. Por el contrario, el grupo de los españoles
se organiza en la diagonal opuesta; sus miembros están de frente al
espectador, que puede apreciar distintas actitudes ante la muerte: desde
el patriota que la afronta alzando los brazos y mirando de frente a sus
ejecutores, hasta aquellos que tiemblan, sufren o rezan antes de morir.
Junto a ellos, a su izquierda, yacen los cuerpos de otros españoles
fusilados momentos antes; su sangre es bien visible.
El fondo del cuadro se cierra a la izquierda con un
paisaje poco definido, tras el que se recortan a la derecha los
perfiles de una ciudad (Madrid) en la que se distingue con claridad la
silueta de una torre. En la zona superior del cuadro, la oscuridad de la
noche lo envuelve todo.
En todo el cuadro son bien perceptibles los
contrastes entre luces y sombras, así como el empleo por parte de Goya
de una pincelada suelta en la que el pintor ha recurrido a una paleta
cromática bien reducida, en la que predominan el blanco, los negros y
grises los ocres y el rojo. Por otro lado, Goya ha buscado remarcar la
expresividad de los personajes a través de los gestos diversos que
aparecen retratados en el grupo de los patriotas que van a morir.
El de los fusilamientos es un cuadro con
una simbología bien clara: se trata de uno de los mejores alegatos
realizados contra la guerra y sus crueldades en la historia universal de
la pintura. Para Goya, es evidente que la violencia de la guerra carece
de justificación alguna, de ahí el tono dramático generalizado que
inunda el cuadro. Pero hay en éste otra abundante carga simbólica. Por
una parte, la actitud y la postura del pelotón francés (con sus miembros
alineados, estando sus piernas derechas retranquedas y los fusiles en
actitud de disparo inminente), así como el hecho de que no se vean los
rostros de los soldados, viene a simbolizar la cobardía del invasor, que
recurre a la nocturnidad para tomar venganza de los sucesos del día
anterior. El pelotón es, por lo tanto, un arma, al servicio de la
guerra, de la muerte y de los planes expansivos de Napoleón.
Por otra parte, el grupo de los españoles está
cargado de símbolos. Los que vienen a representar el miedo, la angustia o
el terror son evidentes, así como la actitud religiosa ante la
proximidad de la muerte, representada en los gestos de oración. Pero la
especial iluminación de la obra hace al espectador dirigir su vista
hacia el civil que se enfrenta a pecho descubierto a la muerte y alza
sus brazos, mientras dirige su mirada hacia quienes van a fusilarlo;
manos en las que son visibles estigmas. Está actitud está, pues, próxima
a aquella con la que se retrata a Cristo crucificado. Además, a la
izquierda y en el fondo, aparece una mujer sentada que lleva un niño en
los brazos y en la que se ha querido ver una referencia a la Virgen
María. Este grupo haría así una alusión a los principios básicos de la
religión católica, puestos en tela de juicio a partir de la difusión en
Francia de las ideas de la Ilustración.
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